“Inne-cesáreas”
En principio una técnica destinada a los casos de verdadero riesgo (que en circunstancias óptimas no superan el 10 por ciento)… la cesárea se ha convertido en muchos lugares en el modo de nacer más “civilizado”. La evolución de las tasas de cesáreas muestra una peligrosa tendencia de sustitución de los procesos naturales por una medicina tecnológica a la que no le interesa la fisiología normal.
Tomemos el caso de Holanda, uno de los países con menor tasa de cesáreas (8 por ciento) y episiotomías (10 por ciento), y con uno de los mejores índices de salud materno-infantil del mundo, a pesar de que entre el 30 y 40 por ciento de los partos sigue realizándose en casa. A estas cifras sólo se acercan países como Suecia e Inglaterra, países en lo que el parto en casa es una opción más del sistema público.
En el año 1985, la OMS establecía en sus recomendaciones: “Los países en los que la mortalidad perinatal son las más bajas del mundo, también tienen tasas de cesáreas inferiores al 10 por ciento. No hay, pues, ninguna razón que justifique que existan en ningún país tasas de cesáreas superiores a ese número” (8). Actualmente, la OMS ha elevado el margen al 15 por ciento (9), probablemente en vista del espectacular crecimiento de las tasas de cesáreas en todo el mundo.
En España, la tasa de cesáreas en la medicina pública ronda el 23 por ciento. En clínicas privadas, el porcentaje de cesáreas se eleva hasta un 35 por ciento, con notables diferencias entre unos y otros. En su memoria, el INSALUD refleja tasas tan diferentes entre hospitales como del 9,5 por ciento y el 33,3 por ciento, afirmando incluso que “valores tan dispares no parecen justificables”(10).
En Latinoamérica, la realidad es mucho más lamentable (11): Chile tiene una tasa de cesáreas del 58 por ciento en el sector privado y de 28 por ciento en el público (12, 13). En Puerto Rico, la tasa correspondiente al año 1999 estaba en el 37,8 por ciento (14). En Colombia, un 58 por ciento; en México, un 51,8 por ciento; en Brasil, 50-70 por ciento (hay grandes diferencias entre hospitales); Argentina, 35,8-45 por ciento (15). Todas estas cifras corresponden al sector privado y duplican y a veces triplican a las del sector público.
¿Es la cesárea una intervención “menor”?
Los riesgos de la cesárea son numerosos. La cesárea multiplica de 2 a 6 veces el riesgo de mortalidad materna, y por 2 la mortalidad perinatal. Posibles complicaciones de la intervención para la madre son las hemorragias, lesiones intestinales y vesicales, neuritis por compresión instrumental, trombosis, embolia pulmonar o cerebral, peritonitis, etc.
También aumenta el riesgo de síndrome de dificultad respiratoria en el recién nacido, de prematuridad yatrogénica, y el de laceraciones durante la intervención (16). Además, la cesárea duplica el índice de mujeres que no desean o no pueden tener más embarazos y complica embarazos y partos posteriores.
La morbilidad también aumenta como consecuencia del elevado uso de antibióticos, el mayor número de días de hospitalización y la elevada incidencia de infecciones (15). También se han publicado estudios que relacionan el tipo de anestésicos administrados a la madre, con el riesgo de posibles drogodependencias en los nacidos al llegar a la adolescencia (17).
Otros aspectos que no se tienen en cuenta son las repercusiones que el parto por cesárea tiene sobre la salud psíquica de la mujer y sobre aspectos tan importantes como el vínculo materno filial, la lactancia o la relación de pareja (16). Y lo que no está evaluado en absoluto es la repercusión que el nacimiento repetido de una generación tras otra por cesárea tiene sobre la capacidad y el instinto para parir de la mujer, ya que a parir se “aprende”, en primera instancia, naciendo.
Medicina pública/medicina privada
En la medicina privada la tasa de cesárea suele variar según los países, pero siempre es superior a la de la medicina pública. Hay muchos motivos para esta divergencia.
La baja tasa de cesáreas y episiotomías en Holanda se explica por el hecho de que allí la comadrona nunca perdió su papel tradicional, y tiene total autonomía en los partos normales, aun cuando trabaje integrada dentro del sistema público de salud. Eso no le impide transferir al hospital o al ginecólogo aquellos casos en los que se prevé o se presentan complicaciones (18). De esa forma, el obstetra hace de médico cuando corresponde, pero no de partero, lo que no le corresponde.
En España y en Latinoamérica, en el servicio privado de salud es el médico el responsable del seguimiento y de atender el parto, y las matronas son simples ayudantes. Los médicos tienen estructurado su tiempo de manera de pueden trabajar fácilmente en la medicina pública por la mañana, atender consulta privada por la tarde, además de realizar operaciones, practicar cesáreas y atender partos. Si a una formación médica intervencionista se añade este plan de trabajo, es lógico que no entre dentro de sus planes esperar pacientemente a que la naturaleza siga su curso (13).
El otro motivo importante es que en la medicina privada se paga por “acto médico”, y un parto por cesárea no sólo es más corto, sino que está mejor pagado que un parto normal. De esta forma, la política de retribución premia la intervención. El resultado es que el sistema de atención refuerza las actitudes intervencionistas del médico. Allí donde los médicos sólo intervienen en caso de complicación, la tasa de intervenciones es muy baja.
Referencias:
1. Odent, Michel. La cientificación del amor. Ed. Crea Vida. 2001.
2. Informe Tener un hijo en Europa. OMS. 1985.
3. Odent, Michel. El bebé es un mamífero. Ed. Mandala. 1993.
4. Burgo, Carlos. Obstetra. Litotomía en el parto: una práctica cuestionable. Rev. Obstare Nº 3. 2001: [email protected] *
5. http://www.manes.com.ar/paginas/103507.
6. Fernández del Castillo, Isabel. La revolución del nacimiento. Ed. Edaf. 1994.
7. Wagner, Marsden, MD, MSPH. El nacimiento en el nuevo milenio. Congreso Internacional de Parto y Nacimiento en Casa. Octubre 2000. Jerez de la Frontera. España.
8. Recomendaciones generales de la OMS sobre los derechos de la mujer embarazada y el bebé. Fortaleza. 1985.
9. Chalmers B, Mangiaterra V, Porter. Principios de Organización Mundial de la Salud (OMS) acerca del cuidado perinatal: guía esencial para el cuidado antenatal, perinatal y postparto. R Birth 2001; 28: 202-207.*
10. Programa Calidad Atención especializada. INSALUD. 1999.
11. Charnicia E. Huggins. Latin Women Found to Get Unnecessary Maternal Care. British Medical Journal 2002; 324:928-929, 942-945, 945-946.
12. Constante, Paul. Una epidemia de cesáreas. Bid America, julio-agosto 2002.
13. Susan Murray & Fanny Serani. Evolución reciente de la tasa de cesáreas en Chile (ponencia), abril 2002. http://www.cemicamp.org.br/apresentacoes/3Murray&Serani.pdf.
14. José Gorrín Peralta y Ana M. Parrilla Rodríguez. El manejo del parto y sus implicaciones para la lactancia y el amamantamiento. Rev. Obstare Nº 6. Otoño 2002.
15. José Belizan. La cesárea en el mundo de América Latina, ponencia presentada en abril 2002. http://www.cemicamp.org.br/apresentacoes/2Belizan.pdf.
16. Ibone Olza. Aspectos psicosociales del parto por cesárea. Rev. Obstare. 2003.*
17. Boletín del Primal Health Research. www.birthworks.org/primalhealth.
18. Beatrijs Smulders y Mariël Croon. Parto seguro. Ediciones Médici. 2002.
19. Shiva, Vandana. Biopiratería. Ed. Icaria. 1997.
20. Shiva, Vandana, y Mies, Maria. La praxis del ecofeminismo. Ed. Icaria. 1998.
21. Casilda Rodrigañez. El parto es una cuestión de poder. Ponencia del I Congreso Internacional de Parto y Nacimiento en casa. Octubre 2000. Jerez de la Frontera. España.*
Artículo original con el título La medicalización del nacimiento. Partos tecnointervenidos, publicado en:
http://www.theecologist.net/especiales/cartadelmes/index05.asp
Fuente: Isabel Fernández del Castillo: www.holistika.net y http://www.theecologist.net/especiales/cartadelmes/index05.asp