Óliver es un niño que nació durmiendo del tirón.
Las primeras noches pensamos que aun estaba muy «adormilado», porque de día también dormía mucho, y la verdad que no lloraba nada. Diría que las primeras noches hacía 4-5 horas del tirón.
La única «mala noche» fue la de la subida de la leche, pero no fue por él realmente, sino por mí: las subidas de leche tras los partos de mis hijas fueron bestiales (de hecho en la primera me salieron unas estrías enormes), descontroladas, con fiebre y «piedras» en el pecho.
Lo pasaba muy mal, y no sabía por que había pasado, así que decidí ofrecerle pecho cada dos horas esa noche (en lugar de aprovechar para dormir) y la siguiente a la de la subida, para controlar mejor el tema. Nos turnábamos con mi marido para no quedarnos dormidos e ir dándole la teta (la mía, claro). Y funcionó, fue una subida de leche muy buena, sin inconvenientes. Esas fueron las noches malas, su tercera y cuarta noche.
Por lo demás, maravilloso: al mes dormía 6 horas del tirón, y a los 3 meses dormía entre 10 y 12 horas del tirón sin siquiera mamar. Parecía un sueño.
Y si, al cuarto mes me desperté del sueño.
Los comentarios de Instagram me lo decían cuando yo presumía del buen dormir : «Mira que al cuarto mes todo cambia eh» pero yo estaba segura de que no, porque Vicky siempre fue de buen dormir, y Sofi siempre de dormir mal… así que no podía cambiar. Y si, cambió.
Una cosa buena tiene, colechamos y aunque de noche toma teta, no se despierta, pero toma teta, y en ocasiones no se quiere desenganchar, lo cual me obliga a adoptar posturas incómodas para que él siga mamando y yo por la mañana me despierto muy dolorida.
Aun tengo esperanzas de que vuelva pronto a dormir del tirón, que la esperanza, dicen, es lo último que se pierde.